lunes, 11 de octubre de 2010

La conservación con hambre es irracional

Por Alexander Bonilla Duran*

El logro de la sustentabilidad tiene que superar obstáculos como la falta de un compromiso ético; la distribución desigual del poder y el acceso a la información y los recursos dentro de las naciones y entre éstas; y el criterio de que es posible administrar por separado la conservación y el desarrollo. Se trata de buscar un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la satisfacción de necesidades de las generaciones futuras.
Es utilizar los recursos naturales a un ritmo acorde con su capacidad de renovación. Es vivir de los “ingresos” de la naturaleza sin dilapidar su capital. Es “lograr una distribución más equitativa de los beneficios del progreso económico, y que se proteja el ambiente nacional y mundial, en beneficio de las futuras generaciones y que se mejore genuinamente la calidad de vida”.

¿Qué debe estar primero la protección de los animales, los bosques y el agua o la producción agroindustrial, la generación de fuentes de empleo y las divisas para el país?

Eso es un dilema que se plantea la conservación ambiental. La clave es el equilibrio... entre el desarrollo y la conservación. Para lograrlo hay que atender las necesidades esenciales de la población; brindar mayores oportunidades de empleo; vivienda digna; garantizar niveles mínimos de consumo. Si mejoramos los niveles de vida e ingresos para que los más pobres atiendan sus necesidades básicas, se prestará mayor atención a la conservación de los recursos naturales y la protección ambiental. “Cuando el presente parece relativamente seguro, las personas pueden dirigir la mirada al futuro” (W. Reill - 1991).

El logro de la sustentabilidad tiene que superar obstáculos como la falta de un compromiso ético; la distribución desigual del poder y el acceso a la información y los recursos dentro de las naciones y entre éstas; y el criterio de que es posible administrar por separado la conservación y el desarrollo(UICN, PNUMA, WWF, 1990).

El desarrollo sustentable (DS) pretende que el proceso de transformación que busquemos, la utilización de los recursos, la orientación de las inversiones, la canalización del desarrollo tecnológico y los cambios institucionales, contribuyan a atender las necesidades humanas actuales y futuras. Para lograrlo, las políticas de desarrollo de nuestros países deben incrementar la capacidad de producción con equidad ambiental, y buscar que el crecimiento demográfico considere la capacidad de carga de los ecosistemas productivos.

Se trata de buscar un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la satisfacción de necesidades de las generaciones futuras. Es utilizar los recursos naturales a un ritmo acorde con su capacidad de renovación. Es vivir de los “ingresos” de la naturaleza sin dilapidar su capital. Es “lograr una distribución más equitativa de los beneficios del progreso económico, y que se proteja el ambiente nacional y mundial, en beneficio de las futuras generaciones y que se mejore genuinamente la calidad de vida” (Cepal,1989).

Si queremos obtener un verdadero DS, debemos revisar las políticas para evaluar su impacto ecológico y económico. Esto nos lleva a un replanteamiento del crecimiento, donde debe haber una mayor relación entre las políticas económicas y las ambientales.

La pobreza disminuye la capacidad de proteger el ambiente y aumenta las presiones sobre el medio.

La conservación con hambre no puede ser; tampoco la conservación puede coexistir con el sobreconsumo y el derroche. Sin embargo, las políticas ambientales no deben limitar el derecho que tenemos al desarrollo. No es justo que los países desarrollados -que muchas veces lo alcanzan a costa de recursos naturales y contaminación- hoy pretendan, con presiones y restricciones ambientales al intercambio comercial, imponernos límites al desarrollo.

Nuestros países no quieren cometer los errores o delitos ambientales que cometieron los industrializados para obtener su desarrollo, aunque reconocemos que mucho de nuestro deterioro ecológico se debe a las políticas económicas y de desarrollo que esos países impusieron o impulsaron a través de organismos financieros internacionales.

Ahora ha llegado el momento que los países industrializados asuman su responsabilidad, pero no restringiendo o poniendo limitaciones a nuestro desarrollo, sino brindando los recursos económicos y humanos para promover una transferencia de tecnología que apoye la producción en los diferentes sectores y con criterios ambientalmente aceptables. También deben pagar precios justos por lo que produzcamos en forma sustentables y, debe existir una relación de intercambio equitativa entre los productores agrícolas, la industria y los consumidores.

Queremos llegar a tener los niveles de exigencia y estándares ambientales que hoy tienen los países desarrollados pero debemos comprender que no se logrará de la noche a la mañana; tampoco nuestros gobiernos o grupos ambientales a nivel nacional pueden pretender paralizar el desarrollo aduciendo políticas ambientales.

La visión económica del mundo tiene que variar.

Necesitamos el crecimiento económico que resulte menos consumidor de energía y más equitativo en sus repercusiones sociales. El desarrollo que se propicie debe tomar en cuenta al ambiente y darse con justicia social.

El grado de desarrollo que presentan algunos países no refleja la realidad porque en la elaboración de los índices económicos no han considerado el costo del deterioro ambiental. Esto vale también para las empresas. El día que esto se haga y que ese costo se contabilice en las cuentas nacionales o de las empresas, ese día habremos empezado a encontrar el camino hacia el verdadero desarrollo sustentable.

El país o empresa que quiera el DS debe empezar a conocer su realidad económica y no seguir ocultando el flujo de caja negativo que refleja el mal manejo del entorno natural.

Cuando los políticos y empresarios conozcan el verdadero costo del deterioro ambiental, estarán más propensos a tomar medidas a su favor y comprenderán mejor el valor de promover un real DS.

Desde el punto de vista económico, las políticas de manejo de la deuda externa; los programas de ajuste estructural; el establecimiento del libre mercado y otras acciones macroeconómicas, deben darse con equidad ambiental y justicia social (no se quiere -como dijo el Papa- un neoliberalismo salvaje). Caso contrario, el deterioro se acelerará y con ello se golpeará a los más necesitados. Esto podría generar invasión a áreas protegidas; disposición inadecuada de desechos; deterioro de infraestructura y servicios básicos; ejecución de proyectos sin evaluaciones de impacto ambiental; merma al acceso de servicios de salud y educación; expansión de la pobreza; caída de salarios y fuentes de empleo; subempleo; crecimiento de los índices de precios; intensificación de los cultivos no tradicionales de exportación; avance de la frontera agrícola en áreas marginales; etc. (CEPAL,1989).

El DS es buscar alternativas en la agricultura, en la industria, en la producción de energía, etc. Pero en materia ambiental, creo que unos se van a los extremos al querer una conservación pura, sin tomar en cuenta las realidades sociales y económicas; otros, por el contrario, ven en la conservación una limitante al desarrollo. Todavía no se entiende que conservación y desarrollo, pueden y deben ir de la mano.

En cuanto al sector privado, considero que es fundamental que las Empresas adopten Códigos de Conducta e incorporen Sistemas de Administración Ambiental en sus operaciones. Las empresas deben realizar sus actividades de conformidad con las leyes, los reglamentos y las políticas ambientales establecidos. Deben invertir en procesos de rehabilitación de los ecosistemas dañados por su culpa y aplicar la mejor tecnología en sus actividades (ONU, CES, 1988).La gestión del DS para las empresas debe considerar aspectos de tiempo y espacio donde los ejecutivos adopten una perspectiva a largo plazo sobre el ambiente y el desarrollo, teniéndola en cuenta a la hora de tomar decisiones a corto plazo. La búsqueda del DS exige a los ejecutivos “contemplar los intereses de la empresa más allá de las puertas de la Fábrica” (ONU,1990); se debe realizar evaluaciones ambientales en la ubicación de plantas y planes de contingencia para accidentes, por ejemplo.

Conclusión

Estimo que el Sector Productivo no está bien preparado para enfrentar los retos que le plantean las políticas del Desarrollo Sostenible, que invaden lo legal, lo administrativo y todo el quehacer nacional y mundial.

No está preparado porque está desorganizado y disperso; porque no llevan a cabo un verdadero monitoreo y transformación tecnológica para acoplar el Desarrollo Sustentable; porque todavía no creen o no toman en serio el Desarrollo Sustentable (aunque hay excepciones); porque aunque tienen recursos económicos no los quieren gastar o los gastan sin una estrategia global.

*Publicado en ecoportal.net

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